Fraude del PRD. . . Al PRD / José Ortiz Rosales

Normalmente se entiende que un fraude se comete cuando en la conducta del defraudador se advierte que éste engañó a alguien, o se aprovechó del error en que ése alguien se encuentra para hacerse de manera ilícita de una cosa o que obtenga para si mismo o para otro un lucro indebido. Es frecuente encontrarnos en situaciones en que la expresión "defraudó la confianza de..." Es común y está referida a los casos en que se provocó el engaño de manera deliberada o se aprovechó que la víctima estaba en un error. De esos ejemplos están llenos los anales policíacos y políticos y con mucha frecuencia se confunden, quizás porque lo político y lo policíaco suele ser truculento y tenebroso.

En la historia más reciente del Partido de la Revolución democrática existen fraudes cometidos a la confianza de los militantes. Y eso fraudes se comenten principalmente porque la base perredista ha obrado de buena fe y porque aún piensa que sus dirigentes están inspirados y guiados por la buena fe, por la honestidad política y por los deseos y propósitos programáticos compartidos de obtener, más tarde o más temprano, el poder político que permita la transformación del estado de cosas en que vive la sociedad, que es de suyo cruel e injusto.

Los fraudes políticos que cometen la mayoría de los dirigentes perredistas se dan, señaladamente en dos vertientes: a).- En la distracción de los fondos económicos que vía prerrogativas deben de llegar de la cúspide a la base, es decir de la dirección nacional hasta los comités municipales, cuando menos y; b).- En el manoseo tosco, sucio y grosero mediante el cual se asignan las candidaturas a puestos de elección popular a militantes o candidatos externos que carecen en la mayoría de los casos de los atributos necesarios para desempeñar airosa y honradamente el puesto para el que se les designa por el partido. Estas dos formas de defraudación política son el pan nuestro de cada día y tienen al perredismo crispado y a punto de no se qué y de no se cómo.

En Tamaulipas las cuestiones partidarias fueron colapsándose paulatinamente cuando dos personajes de indudable capacidad pero de precaria probidad política se adueñaron del destino y rumbo del partido. Los profesores Pedro Alonso Pérez y Elpidio Tovar de la Cruz burocratizaron al partido durante más de 15 años, eso sin contar su historial en el PMS y en el PCM, antecedentes inmediatos del PRD. Bajo la influencia de estos dos militantes singulares, el PRD fue achicándose ideológica y políticamente y se inauguraron los métodos de la burocracia en que las actas, reales o apócrifas, les daban los delegados suficientes para fijar el rumbo y la actuación del partido. El papel de ambos es más criticable porque se trata de dos militantes inteligentes y con una vasta cultura política. Pero los intereses políticos de la institución que encabezaron durante muchos años no iban por el mismo rumbo de sus intereses personales y sus propios logros, a título exclusivamente personal, pueden avalarlo.

Pero existe otro personaje, ex socio de aquellos dos, funesto, pervertido y extraviado en los usos y costumbres de la trapacería política. Se llama Jorge Sosa Pohl y fue un excelente militante de la oposición antes de probar las mieles del poder. Electo regidor en Cd. Madero, en el trienio priísta marcado con el fraude cometido al perredista Roberto Ortiz Ramírez. A partir de entonces Jorge Sosa sufrió una transformación terrible, y para mal de todos, menos para él. Fue después presidente municipal, luego diputado local, poco después recluso en el Penal de Andonegui acusado de peculado por una sola de las tres cuentas públicas que no le fueron aprobadas, y recuperada su libertad por un discutible incidente de libertad de desvanecimiento de datos (cuya apelación nunca impulsó la corrupta Procuraduría de Justicia de ése entonces). Jorge Sosa pareció entenderse bien con Tomás Yarrington Ruvalcaba, desde luego con la intervención de sus socios de corriente política, hoy prominentes personajes políticos en el país. Desde antes de su reclusión carcelaria Jorge Sosa pretendió convertirse en la voluntad decisiva del PRD en Tamaulipas y conocidísimas son sus imposiciones de candidatos y sus contribuciones económicas. Ahora es regidor en el Ayuntamiento de Cd. Madero y logró posicionar al casi seguro candidato a la Presidencia Municipal Adrián Oseguera Kernión, y desde luego que tendrá influencia en la conformación de la planilla del Ayuntamiento y de los principales puestos en la administración, dado el caso de un triunfo perredista en la tierra del ex cacicazgo quinista.

Pero lo nocivo y traicionero ha sido la elección de candidatos a diputados en la fórmula plurinominal llevada a cabo apenas los días 28 y 29 de julio en Reynosa. Ha sido patético, mezclado con asquerosidad, ver como los "delegados" fueron instruidos para votar como se les indicó, imitando al pelele, ausentes totalmente el análisis sereno y ponderado, la competencia en la ideas y en las propuestas, la capacidad política, los antecedentes partidarios, los requerimientos mínimos para poder desempeñarse como legislador. Así, en el desaseo, los grupos en Tamaulipas, como sucede a nivel nacional, dejaron su impronta de suciedad, de miseria política e ideológica y sin duda alguna el PRD, el verdadero PRD, la auténtica masa del PRD, que es decir hombres y mujeres que quieren a su partido y todavía luchan porque la gente crea en él, ése PRD que aún existe a pesar de los padrotes de la política, será el afectado, el vituperado y el empobrecido en su imagen, praxis e ideología. Este último fin de semana se ha cometido un fraude contra el PRD. Pero en el pecado llevarán la penitencia.