lunes, 30 de julio de 2007

¿Todo se vale?

Por: Daniel Santos

Lo sucedido en las elecciones internas del PRD llevadas a cabo este pasado fin de semana en la ciudad de Reynosa, da lugar a cuestionarse seriamente que es lo que está pasando al interior de ésta organización partidista; porque está pasando y desde luego porque sigue sucediendo.

Pudimos presenciar cómo se confeccionó la lista de diputados de representación proporcional –los “pluris”- e inevitablemente nos asalta la duda acerca de la valía de nuestra militancia en un proyecto político que ya no parece ser común sino de unos cuantos que, en el camino tejen las más perversas, ilógicas e retorcidas alianzas con sus ayer acérrimos enemigos al fin que, dicen “es válido negociar, construir consensos”.

Así vemos que Miguel Ángel Almaraz, miembro de Nueva Izquierda, la corriente encabezada por Jesús Ortega, altamente cuestionada por su propensión a las negociaciones lo mismo con Dios que con el diablo –no se pierda de vista la participación de su aliado de ocasión el senador Bautista del Estado de México, quien contraviniendo la línea política de la Convención Nacional Democrática se presta a un reprochable colaboracionismo fotográfico en Los Pinos, posando junto a Calderón- se alía con lo más cuestionado del perredismo estatal y caminan junto a Jorge Sosa Pohl para impulsar en paquete a sus respectivas propuestas: Raymundo Mora por los “chuchos” y Cuitláhuac Ortega como propuesta del ex alcalde maderense, importándole poco el hecho de que él llegó a la presidencia del partido no por su arrolladora personalidad, por su liderazgo o su sólido proyecto de partido, sino cómo el capitalizador de ocasión de diferentes grupos –algunos de ellos encontrados entre sí- a quienes unía el ánimo de transformar al partido, empezando por sacar de los órganos directivos a los integrantes del clan encabezado por Pedro Alonso Pérez y Jorge Sosa a quienes ahora el propio Almaraz decidió llevar de la mano a entregarles una de las primeras posiciones de la lista de candidatos plurinominales, causando una reacción de fundado malestar entre los integrantes del consejo estatal, así como de los delegados a la convención estatal electoral quienes en castigo decidieron unir fuerzas para empujar la candidatura de Diana Chavira, una joven militante que si bien no tiene “cola que le pisen” lo cierto es que carece de una sólida militancia y un conocido trabajo a favor del partido pero que a fin de cuentas, se convirtió en una alternativa viable frente a la reprochable actitud de Almaraz, la que nos recuerda cuando en campaña, Vicente Fox prometiera “sacar al PRI de los Pinos” para sólo meses después desayunar y fotografiarse con ellos en la misma residencia oficial. De la misma forma quienes prometieron sacar a las alimañas del PRD tamaulipeco han terminado en una indignante como extraña convivencia que sólo nos hace cuestionarnos: ¿Y ahora que sigue?, ¿Todas las alianzas son válidas?.

¿De verdad, todas las alianzas se valen?
¿Really?
¿Neta?


Preguntas que deberán contestar no sólo los actuales dirigentes del partido sino buena parte de la militancia que, en activo y con diferentes grados y niveles de participación política, pueden y deben ahora manifestarse en uno u otro sentido pues el silencio no es, no puede ser opción en estos momentos en que los acontecimientos nacionales y por supuesto locales, reclaman una izquierda firme y con elevada autoridad moral para enfrentar los embates de una derecha dogmática e intolerante que crece, se engalla y se consolida –la derecha, no el panismo- mientras la izquierda electoral se desdibuja en cada acuerdo de Almaraz con Jorge Sosa; en cada foto de los chuchos –o sus aliados- en Los Pinos.

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